Cuarto día seguido. Mucho me está durando esta mala
costumbre de actualizar en el blog con las cosas que me da la gana. Eso me hace pensar... ¿Llegara el día en el
que se acaben los temas sobre los que escribir? ¿La fuente de la inspiración es
eterna o tiene una duración determinada? Yo espero que me cuerda para rato aunque nunca se sabe. ¿Y
que pasara en el mundo de los videojuegos?¿Pueden acabarse algún día los conceptos revolucionarios? Espero que no se acaben las ideas,
pero visto lo visto hoy por hoy, el futuro es incierto.
Con la llegada de la nueva generación de consolas, ha
llegado la explosión de los shooter. La primera en fomentar la moda de los
juegos de disparos ha sido Xbox 360 y a partir de ahí, la vorágine es
imparable. A modo de anécdota, ha sido tan grande la influencia de los shooter
de Xbox 360 que Sony pidió a Naugthy Dog que cambiase todo lo que tenían planeado
para Uncharted y lo convirtiesen en lo que es hoy en día. No me puedo lo puedo
imaginar de otro modo que el actual.
Igual voy a parecer un poco clásico, pero prefiero ver así a Drake que verlo vestido de túnica y lanzando llamas a través de sus manos.
Los juegos de deportes, evidentemente, tienen que ser fieles
a la realidad y por ello se escudan en que si en la realidad no cambia, sus mecánicas
y controles tampoco. Evidentemente es una manera de poner una excusa para
ahorrar costes al mínimo y vender anualmente lo mismo con una inversión bastante
baja.
También tenemos el florecimiento de conversiones en HD de clásicos
de anterior generación. Son baratos y bastante rentables para las compañías.
Sony se lleva la palma en este caso y nos vende por segunda vez lo mismo pero
con un lavado de cara. Por lo menos es de agradecer que dentro del mismo disco
se encuentren más de un juego para compensar el hecho de que sea lo mismo que
ha salido años antes.
Gracias a que eventualmente salen verdaderas genialidades
como Bioshock, Uncharted, Resonance of Fate, Demon Souls, Borderlands,
Xenoblade Chronicles, Portal y otras grandes obras que me hacen creer que la
creatividad siempre es posible y que es imposible que con ganas, uno se quede
sin temas o ideas de las que hablar.
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